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miércoles, marzo 03, 2010

Argentina: Las lecciones de Chile

El 27 de febrero de 1952, cuando ernesto “che” guevara no era un mito sino apenas un estudiante de medicina de 23 años que quería recorrer América del Sur en moto, pasó la primera de las que serían tres noches en la sede de los bomberos voluntarios de Los Ángeles, una localidad ubicada 500 kilómetros al sur de Santiago de Chile y 130 kilómetros al sudeste de Concepción. Junto a su amigo Alberto Granado, Guevara llegó a compartir la rutina del cuartel. Es por eso que ante los ojos que ordenan el pasado, escribiría luego en sus “Notas de viaje: diarios de motocicleta”: “No aparece en representación simbólica del pueblo otra cosa que las furiosas llamas de un incendio”. Exactamente 58 años después, en la madrugada de otro 27 de febrero, la ciudad donde hoy viven casi 170.000 sobrevivientes devino ante los ojos la representación simbólica de la desolación.

Como gran parte de la región del Biobío, de la que forma parte, así como en las del Maule y la metropolitana, Los Ángeles se vio sacudida por uno de los cinco sismos (en este caso, un maremoto frente a las costas) más intensos que se registraron en el mundo desde 1900. “Fue horrible: mi casa se movía como un bote”, confía a News-week Gloria Garcés Parra, una estudiante de 20 años. “Dicen que duró dos minutos, pero a mí me parecieron una eternidad”. Se desplomaron paredes y tiendas; se agrietaron rutas y avenidas; se resquebrajaron puentes; estallaron vidrieras y ventanas. Más al oeste, olas gigantes arrasaban islas y localidades costeras.

También, a partir de ese momento, se empezaron a esparcir como esquirlas los números del espanto. Hasta el martes 2 de marzo se sabía que había muerto en Los Ángeles una docena de personas, según informó Carabineros, pero se temía que la cifra aumentara con el correr de las horas. Las víctimas fatales confirmadas en todo Chile ya casi alcanzaban las 800, pero los desaparecidos seguían siendo cientos, si no miles. Los damnificados eran más de dos millones. Las pérdidas económicas, estimadas, como mínimo, en US$ 30.000 millones. Y en las calles había 17.000 militares que intentaban hacer frente a los saqueos entre los escombros de Concepción y otras ciudades afectadas. “Esto es peor que una película de Spielberg sobre el fin del mundo”, destacó un joven de Talcahuano.

Los terremotos intensos siembran angustia, indefensión, desconcierto y muerte. Tras atravesar un sismo en Concepción en 1835, Charles Darwin escribió azorado que la Tierra, el emblema mismo de la solidez, se había movido bajo sus pies como un fluido. “Es un segundo nuestra mente ha creado la extraña idea de inseguridad que horas de reflexión no habrían producido”, agregó.

Esta vez, el sismo en Chile habría liberado en su epicentro hasta 50 gigatones de energía, el equivalente a la fuerza explosiva de tres millones de bombas atómicas, o casi el doble del consumo energético global en un año. Las comparaciones son inevitables. El de Chile resultó ser de 300 a 500 veces más potente que el movimiento telúrico que causó 230.000 muertes en Haití el 12 de enero y tuvo una “zona de ruptura” diez veces más larga, pero la devastación y la cantidad de víctimas fatales fueron mucho menores. Los expertos puntualizan algunas razones obvias: la edificación y la red de infraestructura de servicios en el país trasandino es mucho más sólida que la haitiana. Un dicho popular entre los sismólogos es que “los terremotos no matan gente, sino las construcciones”. Las casas y departamentos en Chile están diseñadas con materiales que contemplan la resistencia antisísmica. De hecho, muchas de las viviendas en las zonas afectadas se movieron, inclinaron y agitaron como un flan. Estantes, cuadros, vajilla y veladores volaron por el aire. El ministro de Gobierno de Mendoza, Mario Adaro, de paso por Viña del Mar, contó en Página/12 que mantuvo a sus hijas alejadas de la ventana del edificio donde se alojaba porque “oscilaba tanto que creía que podían caerse por ahí”. Sin embargo, más allá de las grietas, hubo una proporción relativamente baja de colapsos o derrumbes letales.

El comportamiento de las estructuras, a priori, fue muy bueno, confirma José Luis Bustos, ingeniero del Instituto de Investigaciones Antisísmicas “Aldo Bruschi” de la Universidad Nacional de San Juan. “Si las construcciones no hubieran estado preparadas, las consecuencias hubieran sido desastrosas”, agrega a Newsweek. Por otra parte, la existencia de edificios enteros pero inclinados podría reflejar fallas del suelo (cuyo comportamiento puede variar si hubo lluvias en días previos) más que deficiencias de diseño o construcción.

La segunda razón es que, a diferencia de Haití, cuyo último sismo había sido 240 años atrás, Chile está acostumbrado a los terremotos y tiene lo que los expertos en preparación de desastres denominan “conciencia sísmica”. Chile es un “criadero de terremotos”, graficó la geofísica Ross Stein, del Centro Nacional de Información de Terremotos del Servicio Geológico de Estados Unidos. El país se ubica en los bordes de dos placas tectónicas en fricción, la de Nazca y la Sudamericana. Atravesó 13 eventos de más de 7 grados en la escala de Richter en los últimos 30 años, tiene en promedio un sismo de más de 8 grados por década y también sufrió el terremoto más grande jamás registrado: uno de 9,5 grados, en Valdivia, en 1960. Esa catástrofe causó 1.655 muertos y originó un tsunami que mató a otros dos centenares de personas en Hawai, Japón y Filipinas, pero también sirvió para incentivar las previsiones antisísmicas y la industria misma de la construcción, que pasó de mover unos pocos puntos del PBI chileno en 1960 a un ocho por ciento en 1970.

Al igual que el terremoto de Haití, la tragedia de Chile recuerda la importancia de extremar las medidas de prevención edilicia y preparar planes de respuesta en las áreas de mayor riesgo sísmico. Si bien el momento exacto de un terremoto todavía no puede ser previsto con suficiente antelación, como empieza a hacerse con los tsunamis, sí se reconocen las áreas de riesgo, y hasta se puede aproximar la magnitud del temblor. En junio de 2009, sismólogos chilenos junto a colegas de Francia y Bulgaria anunciaron en la revista Physics of the Earth and Planetary Interiors que en el peor de los escenarios, el área Concepción-Constitución (un pequeño poblado costero que fue arrasado por el terremoto y el posterior tsunami) tenía el potencial de un terremoto por subducción de 8 a 8,5 grados “en un futuro cercano”. Pero el paper sólo fue leído por expertos en geología y, a los fines prácticos, tampoco podría haberse usado para precipitar un éxodo masivo preventivo. “Un futuro cercano”, en el lenguaje científico, puede significar meses pero también varios años o hasta una década. Y siempre existe un margen de incertidumbre que rodea el resultado de los cálculos.

Chile y Haití, en última instancia, también orientan sobre lo terrible que puede resultar un sismo en ciudades vulnerables y superpobladas. En el mundo en desarrollo, refleja un artículo reciente de Andrew Revkin en The New York Times, se calcula que un terremoto podría matar en Teherán a un millón de personas, o en Estambul, de 30.000 a 40.000. Otras ciudades en riesgo son Karachi (Pakistán), Lima (Perú) y Katmandú (Nepal). El desafío es reemplazar estructuras precarias por otras resistentes a los espasmos de la tierra, tan repentinos como inevitables. Como advierten algunos sismólogos, cuando a mediados del siglo haya 2.000 millones más de personas en zonas urbanas, las viviendas pueden convertirse en armas de destrucción masiva.

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1 comentario:

  1. Mayor desarrollo, menor daño. Así de simple... El ejemplo de Chile comparado con Haití es claro, verdad?

    Nuestros países tienen me avanzar en lo económico y social para que tengamos mejores construcciones de casas, caminos, etc.

    Felicitaciones por el Blog.
    Saludos desde Tucumán, Argentina.
    Emilio de EFINews

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.