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viernes, enero 15, 2010

Derecha en Chile y España, dos vidas… ¿paralelas?


Soy español. En España, durante los años 30, tuvimos un corto experimento de democracia entre dictaduras llamada Segunda República. El 18 de Julio de 1936 se alzó contra aquel gobierno un grupo de militares que consiguió aglutinar el respaldo de muchas fuerzas de derecha, desde partidos monárquicos a grupos fascistas como la Falange Española, y contó con el apoyo decisivo -en forma de divisas, armas y tropas- de Hitler y Mussolini.

Debido a la resistencia de las fuerzas leales -apoyadas crecientemente por la Unión Soviética frente a la pasividad de las democracias europeas-, el golpe se convirtió en una guerra civil que ensangrentó a España durante cuatro años y terminó con el triunfo de Francisco Franco , quien gobernaría a España como ‘Generalísimo y Caudillo de España por la Ga. de Dios’ durante treinta y seis años, desde 1939 a 1975.

A lo largo de esos años se instauró un régimen de terror en España. Hubo represión, torturas, encarcelamientos, fusilamientos, esclavitud ¡esclavitud!, ley marcial. Hubo hambre, escasez, penuria, aislamiento internacional por décadas, injusticia, impunidad. Hubo enriquecimientos ilícitos, nombramientos a dedo, cuñadísimos, exiliados, libertades restringidas, imposición de ideales, pisoteo de los derechos humanos. Hubo incluso un referéndum en el que ganó la propuesta oficial por amplio margen. Hubo progreso económico, entrada de capital extranjero y desequilibrio en la distribución de la riqueza durante la segunda mitad del régimen. Salvando las distancias, algo muy similar a lo que pasó en Chile durante el régimen de Pinochet.

Pero, en 1975, Franco murió. De viejo. Y se inició en España un proceso de trancisión que, a trancas y barrancas, y no sin sustos, sobrevivió y arraigó en la Piel de Toro. Algo parecido a lo que sucedió en Chile durante los años noventa, salvando las diferencias.

Se configuraron dos bloques en el panorama político español: la izquierda moderada del PSOE, personalizada en Felipe González, y un bloque de centro-derecha, representada por la Alianza Popular (luego transformada en Partido Popular), fundada por un antiguo ministro de Franco, Manuel Fraga. Lo cual resulta curiosamente similar a lo que aconteció en Chile con la Concertación y la Alianza, y la relación de esta última con el régimen de Pinochet.

El PSOE resultó ganador en las elecciones generales de 1982. Y en las de 1986. Y en las de 1989. Y las de 1993, siempre con el liderazgo del carismático Felipe González, quien supo impulsar a España y convertirla en un país moderno e integrado en su región. Lo cual es bastante similar a lo acontecido aquí en Chile, con los gobiernos consecutivos de la Concertación y sus diferentes líderes. Pero en 1996 -veintiun años después del fin de la dictadura de Franco-, el PP, o sea, la derecha, tuvo por primera vez una posibilidad real de conseguir el gobierno.

Poco antes de los comicios, las encuestas daban como ganador al PP, lo que asustó al PSOE, que reaccionó intentando ‘meter miedo’ al eleccionariado revolviendo recuerdos oscuros:



El PP ganó las elecciones, y gobernó durante aquella legislatura. Y la gente vio cómo era un gobierno de derechas con sus propios ojos, y a pesar de los miedos y de la evidente relación entre el PP y el franquismo, a la derecha no le fue tan mal gobernando. Se mandó sus cóndoros, desde luego, pero no se volvió a la dictadura. No se desmanteló el sistema de Seguridad Social que los gobiernos anteriores habían implementado, ni volvieron los sórdidos síntomas de un pasado no muy lejano. La gente vio que no es tan fiero el león derechista como lo pintaron los alarmistas spots propagandísticos del PSOE. Y esto lo dice un votante del PSOE de corazón.

La sociedad española enterró la relación entre franquismo y PP, y me atrevería a decir que con ese gesto España dio el último paso de la trancisión, aceptando a la derecha como un contendiente aceptable y digno de gobernar el país. De hecho, en las siguientes elecciones, España volvió a elegir al PP, y le otorgó la mayoría absoluta.

Estamos a pocas horas de la ronda definitiva de las elecciones 2009-2010. Y por primera vez desde que se restableció la democracia en Chile, un candidato perteneciente a la derecha, Sebastián Piñera, tiene serias opciones de convertirse en presidente durante la legislatura que empezará este año.

No pretendo vaticinar resultados, ni apoyar a uno u otro candidato, pero considero que entre la historia de la democracia en España, mi patria de nacimiento, y Chile, mi patria adoptiva, hay muchos puntos en común. Piñera no es un candidato que me entusiasme -y, honestamente, dudo que me entusiasme algún candidato de la derecha-, pero considero que la ascensión que ha tenido la derecha es positiva, porque significa que un número creciente de chilenos están desvinculando la relación entre derecha y dictadura.

Y tampoco me extraña; al fin y al cabo, ¡estas son las primeras elecciones en la que una parte del electorado ha crecido sin Pinochet en la Moneda! Para ellos, el tema de la dictadura les es ajeno, por lo que pueden analizar los programas de uno y otro candidato sin los prejuicios de los que tuvieron que vivir esa época. Y escuchan con más atención lo que dicen, y, honestamente, creo que no encuentran tantas diferencias entre Piñera y Frei como los que son más viejos que ellos.

Quedan todavía muchos que recelan de Piñera -y de la Coalición- por razones más viscerales que por diferencias programáticas. Es, al fin y al cabo, el candidato de la derecha. Y, para bien o para mal, considero humildemente que será positivo para Chile cerrar de una vez ese capítulo de su historia y que la Izquierda de este país considere a la Derecha no como un enemigo sino como un rival. Y espero lo mismo de la derecha.

Suponiendo que Piñera gane, estoy seguro de que no retrocederemos en el tiempo. El ambiente no se volverá tan irrespirable como durante la dictadura. No se deshará el camino que se ha hecho hasta ahora. No se cerrará el Museo de la Memoria ni se demolerá la estatua de Allende frente a la Moneda.

Suponiendo que Piñera gane, la derecha tendrá por delante cuatro años para demostrar que es madura y está a la altura del país. Si hace las cosas bien, perfecto, y si no, las urnas la pondrán en su sitio dentro de cuatro años más.

Y, suponiendo que no gane, no le quedará a la derecha más remedio que retirarse una vez más y hacer una oposición lo más digna posible, porque, al fin y al cabo, ya volverá a tener ocasión de probar suerte en el 2013. Así, sin dramas ni alharacas, ni golpes de efecto. Esa es, al fin y al cabo, la esencia de la democracia, y estoy seguro de que Chile está suficientemente maduro como para asumir a cualquiera de los dos candidatos como el ganador.

Artículo original

1 comentario:

  1. Anónimo12:14 a.m.

    epañoles coños de mierda , cuando se daran cuenta que los paises de sudamerica se averguenzan de haber sido colonizados por uds.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.