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miércoles, diciembre 27, 2006

Camino en mal estado

Tomado de América Economía, Ranking / Infra-Estrutura

“Esperar es un deporte nacional”, dice un conductor resignado mientras intenta conducir su vehículo estancado desde hace horas en medio de una larga fila de autos en una de las vías principales de acceso a Ciudad de México. “Esperar es una tradición”. La saturación no sucede sólo en las vías terrestres. Los aviones cargueros que quieren aterrizar en el Aeropuerto Internacional de la capital pueden pasarla peor aún. Si se atrasan sólo algunos minutos de la hora asignada para su aterrizaje, deben volver al día siguiente para entrar.

En Brasil, los camioneros deben aventurarse en una red de carreteras en pésimo estado –muchas de ellas sin pavimentar– antes de que sus cargamentos de soya puedan llegar a los barcos que la llevarán al mercado internacional. Si van al puerto de Paranagua, la fila de camiones que esperan para embarcar puede llegar a los 50 km de largo.

El puerto colombiano de Buenaventura, por el que pasa cerca del 70% del comercio exterior del país, también está en problemas. Por cada 482 contenedores que salen, ingresan más de 840, lo que ha provocado que se acumulen 13.000 unidades, mientras la capacidad del terminal no supera los 9.000.

Ya sea en el paso Los Libertadores (producto de las nevadas), principal punto de conexión entre Argentina y Chile, así como en los pequeños puertos de América Central, los cuellos de botella en los sistemas de transporte se replican una y otra vez por toda América Latina.

Son sólo la cara más visible de un problema que se extiende a la generación y distribución de energía, a las redes de telecomunicaciones e incluso a los sistemas de provisión y tratamiento de un bien tan básico como el agua. “La infraestructura de América Latina es cada vez menos competitiva”, dice Norman Anderson, presidente y CEO de CG/LA Infrastructure LL, organización basada en Washington dedicada a la investigación de la infraestructura latinoamericana. “Con excepción de África, el resto del mundo ha avanzado más que América Latina en el desarrollo de su infraestructura”. Abundan los indicadores para corroborar el contundente diagnóstico. Desde la cantidad de kilómetros de caminos pavimentados por habitantes, el tiempo que demora exportar un producto, hasta el precio de la energía, América Latina ha empeorado en cada uno de ellos frente a EE.UU., Europa y, especialmente, frente a lo que han hecho las economías emergentes de Asia.

La razón detrás de eso es simple: baja inversión y mala ejecución. Mientras que un país como China invierte un equivalente al 9% de su producto interno bruto (PIB) en infraestructura, el promedio regional no supera el 1,5%, una proporción que no ha subido desde hace más de 20 años. Y el dinero que sí se invierte, se hace de manera poco eficaz. Frases como on time y on budget no pueden ser atribuidas a estas grandes inversiones.

Un complicado contexto que sirve de inspiración para esta primera edición del Ranking de Competitividad en Infraestructura. Presentado en conjunto por CG/LA y AméricaEconomía, el objetivo de este ranking-estudio, es crear una herramienta que permita analizar el estado actual de la infraestuctura en la región, así como en sus distintos países, conocer sus mayores déficit, y analizar año a año cuáles son los principales avances y retrocesos. Para esto, el estudio está compuesto de un ranking general y de cuatro subrankings que representan las grandes áreas de la columna vertebral regional: 1) caminos y puertos, 2) energía, 3) telecomunicaciones y 4) agua.

Este estudio no sólo permitirá comparar a los países entre sí, sino establecer también cuál es su posición global gracias a la comparación con cuatro países seleccionados del mundo desarrollado. De esta manera, no sólo podemos decir de Brasil que su baja inversión en infraestructura lo tiene en el sexto lugar del ranking latinoamericano. También podemos aseverar que es 31% menos competitivo que Corea del Sur y 44% menos que Estados Unidos.

Conocer estos datos no responde a una simple curiosidad estadística. Una infraestructura deficiente se traduce en costos que afectan directamente a la productividad. Por ejemplo, tener una mala y poco confiable infraestructura de caminos y puertos obliga a las empresas a tener que manejarse con inventarios más altos. Un estudio del Banco Mundial señala que América Latina mantiene en inventario de bienes equivalentes a cerca del 30% del PIB, el doble de lo que mantiene un país como Estados Unidos y otros países desarrollados. El costo financiero de tener este capital detenido es mucho mayor en la región que en los países desarrollados, dadas las mayores tasas de interés.

Los mejores

A nadie debiera sorprender que sea Chile el país mejor rankeado de la región. Su estabilidad macroeconómica y la capacidad de planificación del sector público le han permitido invertir continuamente durante 10 años en obras de infraestructura, una tarea que el gobierno de Michelle Bachelet ha comprometido mantener a través de su Ministerio de Obras Públicas (MOP).

No todo es color de rosa en Chile: algunos funcionarios del MOP chileno han sido procesados por mal manejo de recursos y el actual ministro Eduardo Bitrán ha debido cancelar algunos grandes proyectos comprometidos, como un puente que una la Isla de Chiloé con el continente. No obstante, la capacidad ejecutiva y el conocimiento en la generación de alianzas público-privadas para el desarrollo de obras, tienen a la infraestructura chilena acorde con la importancia que tiene el comercio internacional con su economía y muy por arriba de resto de los países de la región.

Le siguen el archipiélago república de Trinidad y Tobago, un país que está reinvirtiendo la riqueza del gas natural en obras públicas. Colombia, en el tercer lugar, ha conseguido transformar sus altas tasas de crecimiento en altas tasas de inversión en infraestructura. Colombia ha conseguido articular la recuperación de la inversión privada en el país con sus necesidades estructurales, lo que ha generado uno de los mecanismos de alianzas público-privadas más efectivos de la región. Su sistema de autopistas es producto de eso.

La ubicación geográfica de México, en el quinto lugar, y su dependencia en el comercio con Estados Unidos lo transforman en un país absolutamente dependiente de su competitividad en infraestructura. Pero es también uno de los países que muestran uno de los más bajos niveles de inversión en relación al PIB de la región.

Brasil, en el sexto lugar regional, debería estar liderando la región, pero arrastra dos temas críticos para su economía: una débil red de transporte y una posible crisis energética.

De ahí para abajo, entre el lugar 7° y el 18°, viene una lista de países que muestran patrones que son fatales para la creación de estrategias en infraestructura: incertidumbre y cambios constantes en la dirección de los proyectos. Se trata de escenarios muy complicados para conseguir el tipo de planificación necesaria para llevar a cabo estos proyectos. Aunque Uruguay, República Dominicana, Perú y El Salvador se encuentran un poco más avanzados, tienen debilidades tan fuertes que terminan aplastando sus propias fortalezas. Perú (11°) ha tenido retrasos por el bajo ingreso per cápita del país, combinado con el gran peso que las industrias extractivas tienen en la economía, lo que ha enfocado los esfuerzos en ella. La burocracia peruana, no obstante, ha creado una visión de largo plazo y hoy busca los medios para implementarla.

El caso argentino (13°) es más complicado: el país ha carecido de una visión de largo plazo para el desarrollo de su infraestructura. El boom constructor del período de Carlos Menem consistió en la ejecución de proyectos poco articulados que respondían más que todo a las propuestas de inversionistas internacionales. El resultado es una infraestructura de baja capacidad y excesivo endeudamiento. Hoy no se ve en el gobierno un intento serio por reemplazar eso.

Los cinco países peor evaluados son aquellos que tienen pocas condiciones para mejorar en el futuro. La poca disponibilidad de capital interno y el desinterés de inversionistas extranjeros de entrar en ellos, hacen poco probable que sus tremendos agujeros de infraestructura puedan ser resueltos en los próximos años.

Transporte en deuda

Esta dimensión no sólo es la más visible de la infraestructura. Es también la que representa la mayor parte de los costos para las empresas y para quienes deben asumir políticas de infraestructura. Por tanto es la que tiene la mayor ponderación en la metodología propuesta por CG/LA. La construcción y mantenimiento de carreteras, líneas férreas, puertos, vías fluviales, ferrocarriles es un área estratégica de los países por la dispersión de sus beneficios. De ella se benefician desde las grandes empresas que pueden acelerar sus circuitos de producción y comercio, hasta el ciudadano de a pie que puede ver su vida cotidiana impactada por mejoras en sus necesidades básicas como el transporte. Su efecto en la equidad no está sólo en su uso: de acuerdo al Banco Mundial, por cada US$ 1.000 millones que se gastan en este tipo de obras, se crean 15.000 empleos.

No obstante, los déficits en esta área son inmensos. El poco desarrollo de sistemas de ferrocarriles y la práctica inexistencia de vías fluviales comparados con otros lugares del mundo, se suman a los bajos ratios de caminos pavimentados: mientras que en 1980 había 1 km de camino pavimentado por cada 1.000 habitantes, actualmente esa relación llega a 1,2 km. En el mismo período, Asia los duplicó.

Chile es el país que lidera la región en esta categoría. Como productor y exportador de materias primas, el país se modernizó y creó una serie de proyectos innovadores, como el puerto seco creado en la localidad de Los Andes, totalmente automatizado y que facilita el comercio con Argentina. No obstante, Chile opera en un 25% de desventaja contra España.

En segundo lugar está Panamá: el pequeño país centroamericano ha manejado su gran ventaja estratégica, el Canal de Panamá, para redefinir al país como una plataforma logística global. No sólo maneja, mantiene y amplía el canal; la idea es aprovechar su potencial para crear ventajas permanentes en un mundo cada vez más globalizado. No es lo común: Paraguay, por ejemplo, no ha sabido sacar provecho a Itaipú para crear un sistema de vías fluviales.

Colombia, en el tercer lugar, requiere inversiones en nuevas carreteras y puertos para sacar provecho de su ubicación privilegiada con salida a dos océanos, mientras que Jamaica debe aprovechar tanto su ubicación en la mitad de una ruta marítima voluminosa y sus recursos ricos en bauxita para mejorar su posición en el ranking.

Lo que más llama la atención en el análisis de esta variable, es la posición de Brasil en el décimo lugar. De su extenso sistema de carreteras, sólo el 5% se encuentran pavimentadas, según el Banco Mundial (y no bien pavimentadas). Sus pocos desarrollados sistemas ferroviario y fluvial tampoco ayudan. Al compararlo con España, Brasil opera con un 63% de desventaja frente a este país de control.

Electricidad encarecida

No sólo la disponibilidad de energía eléctrica es un componente crítico. También es el precio y la calidad con que se entrega esa electricidad. Un sistema eléctrico con altas oscilaciones en los voltajes implica costos que deben asumirse en el reemplazo constante de maquinarias. Pero en la región aún se está pensando cómo construir una fuente segura de electricidad, una dimensión que se ha transformado en un verdadero dolor de cabeza. Aunque hace algún tiempo la disponibilidad de energía fue una de las grandes ventajas de América Latina, hoy presenta una aplastante debilidad, con precios a la electricidad que sólo son superados por África.Incertidumbre en el abastecimiento y apagones son constantes en la gran mayora de los países, que no encuentran la manera de invertir de manera estable en el sector.

La gran excepción a esto es México. A pesar de depender en gran parte del monopolio estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE), el país ha contado con altos niveles de inversión y con un servicio que ha mejorado en los últimos seis años. Aunque los precios también, debido a su alta dependencia en el gas natural para generarla.

México es quizás el único país en la región que ha visto mejoras en su sistema eléctrico. En general, los países latinoamericanos (a excepción de Bolivia y Venezuela, ricos en gas natural) funcionan con los pocos recursos hidroeléctricos que les quedan.

Chile, que buscó reemplazar en su matriz eléctrica la energía hidroeléctrica por la de gas natural de sus vecinos, resultó miope. Hoy está volcado a ampliar la mezcla de combustibles, incluyendo todos los tipos de energías renovables, de carbón y de LNG.

Brasil se ubica en el sexto lugar de este subranking. El país genera el 94% de su electricidad de fuentes hidroeléctricas, pero ha invertido muy poco en los últimos cuatro años. Los apagones que se sucedieron hace un trienio, según analistas, se deben a que el país ha crecido menos de lo esperado. No obstante, para sostener una tasa de expansión del PIB de 4%, deberá incorporar 4.500 MW extras por año a su sistema eléctrico en el período 2007-2011. Aún no se sabe cómo se conseguirá eso.

Del resto, Venezuela, Perú y Colombia están bien posicionados para invertir porque controlan suficientes recursos de gas natural.

El Agua comienza a fluir

La manera en que se gestionan los recursos hídricos, ya sea en la forma de acceso de la población al agua potable, así como en el saneamiento del agua sucia tiene efectos importantes en las empresas y la población: su impacto está en la estructura de costos y disponibilidad para los negocios, así como en su efecto en la salud de la comunidad. En general, esta área de la infraestructura presenta los menores niveles de inversión en la región, los que representan apenas entre 0,1% y 0.2% del PIB, cuando los países desarrollados llegan por lo menos al 1%. No obstante, hay algunos interesantes proyectos de tratamiento de aguas residuales en Panamá, Costa Rica, Perú y República Dominicana.

Chile ocupa el primer lugar en este subranking, liderando especialmente el tema de tratamiento de aguas residuales. Por ello no sorprende que tenga uno de los niveles más bajos de mortalidad infantil en la región.

Colombia ocupa el 2° lugar y es promotor de la inversión más significativa en el sector, a través de concesiones y del modelo de compañía mixta, donde Empresas Públicas de Medellín (EPM) es un exitoso ejemplo.

Ecuador (6) ha registrado un enorme progreso durante los últimos cinco años. Le siguen, con sistemas de agua relativamente profesionalizados, Jamaica, Panamá, Brasil y República Dominicana. El caso brasileño es paradójico: aunque su mayor ciudad, São Paulo, cuenta con los servicios de la mejor compañía de aguas de América Latina –Sabesp– sólo ocupa el noveno en esta clasificación: la situación en el resto del país no ha podido replicar los logros de su ciudad principal.

Peor le va a México: a pesar de tener niveles relativamente altos de tratamiento de aguas residuales, ocupa el lugar 17° en la región. En este país, ha habido muy poca inversión en el sector del agua durante los últimos seis años, y la estructura descentralizada de la inversión hace virtualmente imposible mejorar los niveles de ésta.

Telecomunicaciones: ¿la era digital?

En el área de telecomunicaciones se evaluó la capacidad de la infraestructura digital a través de su disponibilidad (en cuanto calidad y precio) y la capacidad de la población local para aprovechar con eficacia los instrumentos del conocimiento.

En términos de capacidad digital, Trinidad y Tobago ocupa el primer lugar, seguida por Costa Rica (2), Brasil (3), Jamaica (4) y Chile (5).

Quizás Brasil es la historia digital más interesante. El país invirtió fuertemente en infraestructura digital en los últimos 10 años, gracias a un exitoso proceso de privatizaciones, en un modelo de alianza público-privada que puede servir de ejemplo para que el país realice la masiva inversión en infraestructura que otras áreas críticas requieren.

El siguiente grupo de países (República Dominicana, Venezuela, México, Argentina y El Salvador) componen una categoría interesante con una capacidad digital significativa, pero cada uno presenta problemas en cuanto a calidad y/o precio que actúan como inhibidores al tipo de conocimiento y rápida comunicación necesaria para fomentar el espíritu emprendedor o la inversión a largo plazo. En estos países el ritmo de la inversión ha disminuido considerablemente.

No obstante, los indicadores de telecomunicaciones son los que están más cercanos a los del resto de las economías del mundo. De todas las variables que forman parte de este análisis, las telecomunicaciones han sido las que han presentado más inversiones, más penetración, más competencia y mejores mecanismos de coordinación entre los organismos públicos y privados.

El déficit acá es cultural: ¿Tenemos a una población capacitada digitalmente como para aprovechar de crear valor en esta infraestructura? Un tema apasionante que, por ahora, forma parte de otro debate.

las Tareas pendientes

La carencia de infraestructura en la región es enorme. Para tapar alguno de sus agujeros es necesario incrementar los niveles de inversión entre un 300% y 400%. Nada menos. “Requerimos un dramático salto que como región nos lleve del actual 1,5% del PIB regional al 5%”, dice Anderson, de CG/LA, desde Washington.

Pero elevar la inversión no es lo único. También hay que considerar cuatro puntos que permitan hacer esa inversión más eficiente:

1. Es fundamental desarrollar una visión estratégica respecto de la forma en que el país se inserta en el mundo y la infraestructura necesaria para optimizar dicha participación.

2. Se requiere de un sector público bien organizado, con la capacidad financiera para apoyar las inversiones en infraestructura. El sector público debe contar además con una importante capacidad de planeación –un bien muy escaso en la región– en tanto los programas de infraestructura se apoyan fuertemente en él.

3. Es importante identificar y promover un gran proyecto nacional, que actúe como eje, de punta de lanza, para la organización de otras áreas y la creación, a su vez, de una gran cantidad de personal calificado. Un excelente ejemplo de un “proyecto nacional” es la extensión del Canal de Panamá. Aprobado en un referéndum por gran parte de la población, permitirá a Panamá desarrollar otras obras anexas que llevarán la inversión e infraestructura a un equivalente del 11% del PIB para 2011.

4. Para atraer el capital de largo plazo que requieren estos proyectos, es fundamental que tengan un buen desempeño en términos de rentabilidad. El problema es que el rendimiento físico y financiero de los proyectos de infraestructura en la región no son monitoreados rigurosamente. En algunos países, de hecho, este desempeño es un gran secreto. Por tanto, es necesario un mecanismo de seguimiento que registre el rendimiento de los proyectos en el largo plazo y en el que la gestión de esos activos pueda hacerse pública de manera de compartir mejores prácticas y evitar las malas decisiones.

Son algunas de las consideraciones que hay que tener al momento de tirar las líneas de un plan de infraestructura. Una tarea que urge. La productividad regional está en peligro de derrumbe.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.