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martes, abril 04, 2006

La compleja relación Chile-Perú

En diciembre pasado, el ex Presidente Lagos almorzó con líderes de opinión peruanos invitados por la Cancillería a conocer Chile. En esa ocasión, el mandatario recordó las grandes expectativas puestas en el gobierno del Presidente Toledo y la lamentable acumulación de incidentes en vez de hechos coincidentes en la relación bilateral.

También se explayó en la necesidad de una agenda de futuro para superar esas diferencias y desconfianzas. En la mesa estaba el sicoanalista y secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional (mesa de diálogo que reúne a los partidos políticos y la sociedad civil), Max Hernández, quien le señaló que "no existirá una agenda de futuro mientras el pasado sea un presente continuo en la mente de cada peruano". En esta respuesta no había sólo una evocación a las heridas de la Guerra del Pacífico. Lo que planteaba Hernández es que existe un divorcio de perspectivas entre Chile y Perú, una manera de mirarnos que falla al momento de analizar, predecir y entender la relación bilateral.

Chile se ha ido construyendo con altibajos, pero siempre en una ruta ascendente. Nos embarga un sentimiento de orgullo porque esta ex Capitanía General pobre y alejada se haya convertido en un país moderno, universalmente reconocido. No es casual que el 85% de la población crea que en este gobierno estará igual o mejor que durante el período de Ricardo Lagos.

A Perú le pesa su pasado glorioso. Su imponente imperio inca, sus incalculables riquezas arrasadas en la Conquista y la Colonia, el oropel del virreinato oscurecen los esfuerzos posteriores por instaurar la República. No hay futuro que recree la majestuosidad de ese pasado y el pasado cercano sólo ha servido para grabar a fuego la sensación de que el camino es siempre cuesta abajo. Basta recordar la década de Alberto Fujimori, quien de manera autoritaria impuso orden, reconstruyó la economía, acabó con el terrorismo, logró mantener una popularidad en niveles históricos y contar con un amplio apoyo que le permite aún hoy ser un factor político relevante. Sin embargo, también dejó en herencia un espectáculo único de corrupción grabada y transmitida por TV. Es tan baja la confianza que los peruanos tienen en sus dirigentes, que se utiliza con frecuencia y sin drama el dicho "roba, pero hace". La Comisión de la Verdad que investigó la guerra contra Sendero Luminoso entre 1970 y 2000 reiteró que todo puede ser aún peor: concluyó que en realidad hubo el doble de muertos (llegaron a 60 mil) y miles de desaparecidos. Y dejó sentada la orfandad de la mayoría de la población: el 75% de las víctimas era quechuahablante.

Hay una profunda desconfianza y desazón que guía las decisiones del pueblo peruano. Y ahora, enfrentados a una nueva elección presidencial y parlamentaria, la aparición de Ollanta Humala es una expresión más de este sentir. En términos simples, él refleja a una mayoría que no se siente parte del sistema, que desconfía de la democracia y que acepta un camino autoritario si éste le ofrece orden, seguridad, inclusión y una economía más solidaria (aunque la fórmula técnica los lleve a la debacle). Humala es el candidato de los sectores donde más se arraiga la profunda frustración sobre el devenir del Perú y que buscan, sin demasiadas esperanzas, un líder que consiga lo que el anterior prometió y fue incapaz de hacer o de comunicar que hizo.

La tarea de Chile, entonces, es tratar de entender las claves que rigen las acciones de ese país, incorporarlas al diseño de la política bilateral. También, diversificar los contactos con todos los sectores y densificar la relación de tal manera que no sea sólo un vínculo económico y político. Aunque no sea el país que más encante a Chile, aunque produzca más dolores de cabeza que alegrías, relacionarse con Perú es ineludible. Hay US$ 4 mil millones de inversión chilena, casi US$ 2 mil millones de balanza comercial, compartimos las mayores reservas minerales e ictiológicas del mundo, una migración creciente y la rotunda realidad de que seguiremos siendo vecinos.

Habrá que entenderse con quien sea que asuma en Perú en julio. Más vale, entonces, tender puentes ahora que llegar tarde.

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.